¡Hey, Iru...! ¿Qué tal te va?

Hoy, que llevo desde las seis y pico de la mañana dando tumbos por casa, tengo la necesidad irrefrenable de escribirte, de saber de ti. Porque ya van dos días largos, tan largos...
Te echo tanto de menos, que no puedo evitar partirme en mil cada vez que miro y espero verte atravesado por cualquier rincón de casa. Que me muero cada vez que veo tus cosas, que no tengo los cojones de tocar. Que todavía no fui capaz de sacar de la bolsa el collar y la correa que llevaste puesto el lunes, cuando saliste por esta puerta para no volver.
Quisiera escribirte en un tono distendido y alegre. Esa era mi intención para recordarte como te mereces, pero no puedo. Hago esfuerzos sobrehumanos por controlar el corazón con el cerebro y no puedo. Y el cerebro, se rebela y no piensa en nada que no seas tú. No puedo dormir, no puedo comer, no puedo vivir.
Hubiera querido estar preparada para esto, pero no sé cómo.
Me niego a tocar tus cosas. Ahí sigue tu cama, tu manta, tu colchoneta de tomar el sol en la cocina, tus abrigos, tus collares,.. todo sigue igual.
Hubiera preferido no quererte tanto, hubiera querido tener el corazón de corcho, pero... ¿cómo iba a evitar quererte si fuiste mi amor desde el instante que pusiste tus cuatro patas en esta casa? Tenías mucha vida por delante. Mucho monte que pisar, muchas excursiones que compartir.
Iru, ¿por qué no pensaste un poco en nosotros? Qué jodidos nos dejas a todos.
Martina te sigue buscando. Para ella siempre fuiste una referencia a seguir, y ahora está tan perdida como nosotros, porque nuestra vida era la de antes, la que hacíamos todos juntos. Y ahora hay un espacio inmenso. Hay un espacio en blanco entre tú y nosotros. Un espacio que a mí me gustaría pintar de colores y no puedo.
Danos un poco de tiempo, por favor. Nos va a costar tiempo y esfuerzo adaptarnos a esta nueva vida en singular.
No me duelen prendas decir que te quise y te quiero mucho más que a muchos humanos. No me importa lo que nadie piense. Mi corazón es mío, y siento lo que yo quiero.
No quiero que se me olvide... Que sepas que no falté a la promesa que te hice el lunes cuando te tuve que dejar allí, con tu carina de miedo y tan asustado. Te prometí que iríamos a buscarte al día siguiente. Y fuimos. Pero tú no estabas. Ya te habías ido; y me duele, y me duele tanto...
¡Qué solos nos dejaste, compañero...! ¡Qué solos!
¡Hey, Iru...! Contéstame, amigo... ¿Qué tal te va?



"...Envolvimos su cuerpo frío en una manta, lo llevamos al coche y enterramos su cuerpo en el campo, frente al mar, origen de la vida. Dama esperará allí, aunque sus huesos se hagan polvo, el fin de los siglos, en eterna espera de fidelidad y amor. Porque los perros quizá no realicen esas grandes obras que les valen estatuas a los humanos, ni siquiera hacen la guerra. Los perros, lo único que hacen, es ser nuestros amigos. Y esperar, esperar siempre esa palabra, esa caricia que a veces les negamos.
Si tú, lector amigo, lees estas cosas de Dama, te agradecería meditases sobre ellos. Tener un perro no es un capricho, ni un acto de altruismo. Es una prolongación de nuestra humanidad. Es pagar una deuda permanente, porque ellos nos aman mucho más que nosotros a ellos. Ellos son todo amor; nosotros, un poco.
Adiós, Dama, cachorro que no llegaste a grande, a sentir el instinto de la especie. Te prometemos, si no una larga espera, sí una larga memoria. Y si algún día resucitásemos a otra vida, estoy seguro que tú estarías allí, al final de la larga escala, meneando el rabo, esperando mi mano sobre tu cabeza.
Y yo te diré:
- ¡Hola, Dama!"

Tomás Salvador, Cachorro (1976).



Y yo te diré:
- ¡HOLA, IRU!


La primavera que llega

Contagiados de ya el cercano espíritu primaveral, y animados por el calorín del sol que anhelábamos tanto, aprovechamos el maravilloso día de ayer para empezar a hacer boca de cara a las futuras excursiones que tanta vida nos dan y que tanto disfrutamos.
Así que por una vez, apartamos la intensidad de lado, dejándonos llevar por el relajo y compartimos con vosotros unas cuántas fotos de la ruta.
Mi deseo es que las disfrutéis por lo menos la mitad de lo que nosotros lo hacemos, y que os inspiren tanto como nos inspiran y nos cargan las pilas a nosotros.

¡Un saludín!
































Febrero


El tiempo se arrastra lento, inexorable, sin prisa pero sin pausa. Y en esta cadencia de lentitud, sin quererlo, llega febrero. Febrero, el mes maldito; febrero, el mes negro. Más negro que una noche cerrada sin luna; más negro aún que una celda sin ventana en la que es imposible que entre un rayo de luz que ilumine la esperanza. Mes terrible para los galgos y resto de razas de caza: podencos, setters, bretones, bracos... Todos pasarán por esa criba involuntaria para ellos, a la que los sometemos porque sí la raza humana. Raza humana... Qué poco nos queda de esta condición. Somos depredadores ávidos y vulgares; no pensamos, no sentimos, sólo destruimos todo lo bello de unos espíritus nobles y puros, que se dejan siempre la piel para tener satisfecho a quien no lo merece. Ímprobo esfuerzo que nosotros pagaremos con el abandono (si el verdugo no es excesivamente cruel), con la tortura, la enfermedad, la soledad, el hambre y la sed devoradoras.
Ellos nos buscarán incesantemente y al mismo tiempo nos huirán, porque el miedo ancestral es grande, muy grande, y les acompaña la razón. Sus genes no les mienten con respecto a nosotros.
Y mientras el mes transcurre, miles de vidas se apagarán abandonados en los campos, en las ciudades, en las perreras, atropellados... Vidas que agradecerían que su agonía cesara de repente. Zas... y se acabó, todo. 
Pero la crueldad humana es insaciable, no tendrá límites y mientras, unas pocas manos, intentarán ayudarlos, casi siempre por encima de sus posibilidades; un número ingente, enorme, de otras "manos", seguirán abandonando, seleccionando quién sí y quién no es merecedor de una vida la mayoría de las veces muy triste, quién será merecedor de vivir un año más. Y el ciclo, comenzará de nuevo, con nuevos perros, nuevas camadas, que tendrán asignada fecha de caducidad en el febrero del próximo año. Febrero, marcará la diferencia. 
Febrero, mes maldito.
Maldito seas, febrero.



¿Por qué?

Ella.






Aunque estoy pasando por un mal momento a nivel personal y no me apetece nada escribir ni hacer muchas de las cosas que hago habitualmente, mañana será un día especial. Mañana, 25 de Abril hace tres años que llegó a esta casa la reinina... y voy a dedicarle un post piquiñín, porque se lo debo.
A ella, por ser todo amor... A ella que pasa conmigo sus 24 horas de día... A ella por esa enorme alegría suya con la que nos premia cada vez que alguno de nosotros entra por la puerta...A ella que espera pacientemente por mi a que me siente en el sofá después de comer para ocupar uno de sus sitios preferidos, o sea, entre mis piernas y el brazo del sofá estirándose cuán larga es para disfrutar de una siesta reparadora... A ella en fín, que siempre me despierta una sonrisa cuando las cosas están un poco cuesta arriba.
Te digo así, bajín, a la orejina...te quiero, te queremos todos porque estábamos acostumbrados al caracter seco y hosco de Iru, y llegaste tú cómo una explosión de luz...
Te queremos porque el corazón está obligado a quererte. Porque te lo mereces.




Sólo era un "puto" perro...

Hoy estamos tristes, muy tristes. Juana nos ha contado una historia terrible que pasó en un sitio muy lejos de nuestra casa. En un lugar muy grande que se llama Madrid, una galguina como yo, no se sabe de que manera se ha colado en los túneles del metro. Nos explica qué es el metro: un agujero debajo del suelo por el que pisamos, por el que pasan unos grandes trenes a mucha velocidad... A mí me da mucho miedo pensar en ese sitio porque sé lo que es un tren. Cuando paseamos por la ría, a veces pasan más allá de la valla que nos separa y es tanto su poder que tiembla hasta el suelo. Y sé, que uno de esos trenes se llevó la vida de un galguín en Avilés no hace mucho tiempo.
Yo, me imagino que eso del metro tiene que ser algo terrorífico, oscuro y frío... y como debe de ser igual que una ratonera, la perrina se perdió. Me la imagino sola y aterrorizada cada vez que uno de esos monstruos de acero silbaban rozándole la piel... Me la imagino pasando mucho frío y sufriendo por sed y un hambre espantosa durante mas de tres días... (por Dios... más de tres días. Una eternidad de sufrimiento y miedo), sin que se permitiera salvarla.
Porque claro, alguien dijo que no se podía parar el tráfico del metro por un "puto" perro...
No sé que significa eso de "puto", pero percibo tanto desprecio...
¿Porqué? ¿Porque hay gente que piensa que nuestra vida no vale nada...? ¿No os acordáis que estamos con vosotros desde el principio de los tiempos...? ¿No os hemos servido desde entonces con nuestro corazón, nuestra alma y nuestro cuerpo...? Sois seres de memoria floja los humanos, si... No merecéis el amor incondicional que nosotros os brindamos desinteresadamente. Sólo queremos contar para vosotros, y desgraciadamente muchos de nosotros solo estamos destinados a ser carne de cañón porque vosotros con vuestra indiferencia lo decidís así.
Estoy triste, muy triste, porque no creo que fuera un "puto" perro, no, era un perro, simplemente. Un perro al que "alguien" no quiso ayudar. Ella querría vivir, de eso estoy segura. Pero alguien le importó muy poco su vida, alguien con corazón de corcho.
Era una vida preciosa, preciosa y valiosa, que no merecía una tortura tan terrible durante mas de tres días para acabar de una manera tan atroz. La indiferencia mata... ¡por Dios que si mata!
Espero que tu muerte no haya sido en vano, galguina sin nombre. Nosotros te prometemos una larga memoria.

MARTINA



Que encuentres la paz

Navidad..., otra Navidad más...

Hoy, de nuevo, voy a ser yo la voz que hable por ellos. Iru y Martina, me ceden las palabras gustosamente. Pues otro año más, desde este blog piquiñín -pero grande en corazón-, y dadas las fiestas que son, hacemos el mismo llamamiento de otras veces: si llegadas estas fiestas, decides que quieres tener un animal, no lo compres nunca. De esta manera tan sencilla, si todos arrimamos el hombro, conseguiremos algún día terminar con esa lacra terrible que es el tráfico de animales y las granjas de cachorros; ese sitio terrible donde se crían indiscriminadamente cientos, miles de animales inocentes en unas condiciones infames y precarias. 
Y si pasado ese punto, decides seguir adelante y aceptar la responsabilidad de compartir tu vida con un ser vivo, que va a ocupar gran parte de tu tiempo, que va a generar unos gastos importantes en alimentación, atenciones y servicios veterinarios..., entonces, acércate al refugio, asociación protectora o perrera que quede más cerca de tu casa y permítete ser un héroe para un animal. Salva su vida y la recompensa será enorme. 
La crisis, esta crisis de la que desde las altas esferas nos han convencido de que es por nuestra culpa, porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, ahora también la empiezan a pagar muy cara los animales de compañían. ¿Tienen ellos la culpa? Indudablemente no, pero, la están pagando con una virulencia inusitada y se abandonan a cientos. Esto, arrastra víctimas colaterales, y provoca que las protectoras estén hasta arriba, que no puedan rescatar más animales, y que por todo esto, no pueden desarrollar su gran labor por falta de medios, ya que se encuentran en su mayoría desbordadas.  Se abandona más, y se adopta menos; por lo tanto, la saturación es enorme. 
Si uno de estos seres tiene la suerte de caer en manos de una asociación protectora -por muy humilde que ésta sea- se partirá los cuernos por sacarlo adelante y buscarle una familia definitiva. Pero, ¡ay del pobre que caiga en una perrera! Sus posibilidades se van a ver reducidas drásticamente. Y casi, con toda probabilidad, en una o dos semanas, pagará con su vida el error de un ser humano. Si de verdad estás convencido, no te eches atrás; si quieres un perro de raza, los hay a montones abandonados en los refugios. No por ser de raza se libran de la desgracia, ya que se compran pagando sustanciosas cantidades de dinero y luego se abandonan sin siquiera mirar atrás. 
Y si quieres ser un héroes con mayúsculas (para mí lo serías), dale la oportunidad de vivir a un mestizo o a un perro de caza: no te arrepentirás. Galgos, podencos, setters, bretones, pointers... esperan una segunda oportunidad. Se paga muy caro nacer perro de caza en España. Lo dicho, no te arrepentirás, y te devolverá multiplicado por mil el amor que le des. Se convertirá en tu sombra y te premiará con una fidelidad que ni tú mismo te creerás. Si después de todo, sigues interesado en implicarte en esta aventura, en la que vas a compartirlo todo con un ser vivo, por favor, NO COMPRES NUNCA. 

Adopta, adopta, adopta y verás lo que es amor.

Adoptando estarás concediéndole a otro ser caído en desgracia el derecho a ocupar ese hueco y optar a la oportunidad de encontrar una familia para siempre. Candidatos para ocuparlo, desgraciadamente, hay muchos. Ah, y nunca regales un ser vivo. Como he leído estos días por ahí, "ninguno se merece estar en la lista de la compra". Y yo añado: "ni en una carta a los Reyes Magos como si fuera un juguete". 
Gracias por estar ahí y leernos. Aprovecho para desearos a todos una muy Feliz Navidad, de parte de todos nosotros.
Alberto, Juana, Claudia y Berto.
Y por supuesto, también de parte de mis dos amores peludos, Iru y Martina, dos adoptados felices.


Rhin y Enzo, ex-perros de caza



Esta preciosa foto, está cedida gentilmente para embellecer este blog por S.O.S Setter  y sus dos protagonistas son ENZO -el Papá Nöel seriote- y RHIN -el renito dulce-, dos ex-perros de CAZA, que gracias a la constancia, al trabajo de S.O.S Setter y a la solidaridad de otros seres humanos, han reconvertido sus vidas en perros de CASA. Gracias, S.O.S Setter, sois un ejemplo a seguir.  
Desde nuestro corazón, os deseamos un muy feliz 2013, para todos, cargado de esperanza, solidaridad y soluciones (que hacen falta muchas).

IRU, mi otra historia de amor...

Hoy, hace siete años, ( cómo pasa el tiempo...! ), el 25 de Noviembre de 2005, llegaste a casa.
Llegaste abriendo puertas, para quedarte. Abriste las puertas de casa y las puertas de nuestro corazón para acurrucarte en él y vivir tranquilo, cómo merecías.
Te recuerdo recién llegado, sucio, muy sucio. Después de una larga noche de viaje dentro de una jaula... Caca, pis, vómito...traías un completo encima,... ¡Dios que mal olías...!  Y te vi allí plantado, en medio de la cocina ( yo no estaba cuando llegaste ), con tus patas kilométricas, tu cara de niño malo, tu expresión tan vivaz, tan, tan guapo... Sin miedo, pero muy asustado por no entender que había pasado en tu vida de la noche al día. Y porque se te concedió una distinción, de repente empazaste a ser IRU. Algo tan sencillo como un nombre, algo que nadie se había dignado a ponerte en tus seis meses de vida, despreciando la constancia de que eras un ser vivo, y que te merecías un nombre.
Tu eres una de mis historias de amor. El que plantó en mi corazón la semilla de amor galguil. Tu abriste nuestros ojos a un mundo que por entonces nos resultaba desconocido, el sufrido mundo de los galgos...
Te quiero tanto que a veces me duele pensar que ya tienes siete años y medio y ¡que el tiempo pasa tan rápido...!
Eres tan especial, que no se como definirte. Eres el galgo mas gruñón y con mas mala leche que conozco, pero hace tiempo que aprendimos a respetarte y a quererte tal como eres. Quien te conoce sabe que eres así.
Quiero dedicarte este pequeño homenaje para celebrar tu séptimo aniversario en casa, y decirte que aunque hemos pasado muchos malos momentos juntos, aquí estamos, y que todo se nos queda pequeño...
Que van siete años peleando juntos muy duro, pero aquí estamos y que seguiremos estando.

Feliz aniversario en casa...Mi IRU, mi otra historia de amor...



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